En aquel lugar, en
una tarde un tanto fría, rodeado de tanta naturaleza casi como si estuviese en un hermoso paisaje, al lado de muchas
personas a las que el sentir, el hablar, el caminar, les era imposible, pero, el estar ahí frente a
la dama que más ame y admire con la que estaré pronto muy pronto lo compensaba,
porque cuando este ahí en ese lugar
junto a ella le pediré perdón una y otra vez, hasta que me libere de éste insoportable
sufrimiento que llevo en mi.
En una mañana de enero en donde la niebla se apodera del día, un niño de tan
solo trece años tan inteligente, sumiso y amistoso, recibe la mejor y más esperada noticia de su
vida por parte de su abuela. Sebastián
casi entre dormido oye a su abuela decirle:
-Sebastián, baja hay
alguien en casa y quiere conocerte –
En ese momento Sebastián siente algo que no logra descifrar
y de inmediato se levanta de su cama, baja rápidamente para averiguar quién es esa
persona. Al llegar, encuentra a su abuela que lo mira con una inmensa alegría pero al tiempo brotaron de sus ojos lagrimas sin parar, Sebastián sin pensarlo dos veces
con un gran entusiasmo, dice en voz alta,
mirando al hombre que esta en la sala
-Es mi papá abuela, es mi papá, - y ella sin decir una
sola palabra, ve como su nieto se lanza
y abraza profundamente a este hombre diciendo:
-Te quiero padre.-
Con un apretón de manos se presenta a Sebastián este
hombre, eso si dándole a conocer su
nombre, claro que antes que este hombre
lo pronunciara Sebastián impulsivamente repite una y otra vez.
-Tú eres Robert, te llamas Robert,-
-¿Quién te lo dijo?- a lo que él respondió.
-Mi abuela me lo recuerda casi siempre y mi madre me lo
decía,- pero Robert mirando fijamente a la señora Rita la abuela de Sebastián, le hace una pregunta a Sebastián:
-¿Por qué te lo decía,
acaso dónde esta ella?, pero
antes de que Sebastián contestara, la abuela interrumpe:
- Sebastián vete a cambiar se hace tarde para
llegar a la escuela - sin embargo, Sebastián no quería separarse de su padre y con un tono
de voz un poco insatisfecho dice: -¡abuela! –
Robert le
sugiere a Sebastián obedecer y en
seguida este corre, y en una abrir y cerrar de ojos nuevamente esta al lado de
la Abuela Rita y su padre Robert.
La señora Rita y Robert acompañan a Sebastián hasta
la escuela, sin oírse ni una sola palabra en el camino.
Rita estaba consciente que debía responder a todos
los cuestionamientos de Robert, luego de
que Sebastián entrará a la escuela con una mirada de felicidad, su padre y su abuela se sentaron a hablar por
largo tiempo y en consecuencia del silencio había guardado la señora Rita respecto a la muerte de su
hija ellos quedaron verdaderamente
disgustados.
Después de varios meses en los que Sebastián era
el niño más feliz del mundo aun sin darse cuenta que ahora su abuela y su padre
no solo vivían disgustados por el
silencio que ella le había guardado sino que también por el futuro de él. Durante
todo este tiempo Sebastián vivió lleno de curiosidad de saber en donde había
estado su padre, preguntándole en varias
ocasiones en las que Robert siempre lo evadía.
Una noche de mayo cuando Sebastián dormía profundamente,
Robert y la señora Rita se encontraban enfrentados en una discusión por el futuro de Sebastián,
entre gritos y alegatos, Sebastián
despierta, y prestando atención a la discusión, conoce dónde estuvo su padre
todo el tiempo este tiempo que no había estado a su lado, su abuela con un grito efusivo le dice a Robert:
- Usted jamás podrá tener a Sebastián, usted es un
asesino.
Sebastián al escuchar esto sale de su cuarto corriendo y gritándole
a su padre:
-¿por qué? ¡Tú no eres un asesino!, verdad que no papá, dile a mi abuela que eso es mentira –
La señora Rita intentando alejar a Sebastián de Robert,
crea un forcejeo en donde Robert empuja a la señora Rita y ella cae golpeándose
la cabeza contra la mesa de centro. Sebastián asustado por ver a su abuela
caída en el suelo herida le grita a su padre:
- ¡Ayúdala papá, ayúdala! - pero, Robert asustado,
abre la puerta de la casa huyendo,
- creo que en ese momento por su cabeza regresaría
el recuerdo de la prisión-
Creo que corrí más de quince cuadras buscando ayuda, pero ya era demasiado tarde.
Sebastián, en una de sus visitas al cementerio fue
encontrado muerto en frente de la tumba de su abuela, con una carta entre sus manos que decía,
abuela pronto muy pronto estaré contigo y te pediré perdón una y otra vez por
haber anhelado tener a mi padre junto a mi sin darme cuenta junto a ti lo tenía
todo, te amo abuela.
Las historias son algo más serio y complejo de lo que
hayamos imaginado alguna
vez. Éstas construyen y configuran realidades,
resignifican la experiencia, introducen cosas y eventos al mundo, nos tocan y
transforman; le otorgan sentidos a nuestra vida individual y colectiva. Al ser
narradas, crean una esfuerza de entretenimiento que ocasionan la creación de
mundos que, en palabras de Pelegrín A, (1982) “nos convocan al círculo, al
contacto con la tierra, a un tiempo detenido”.
Pelegrín A, (1982) De
la aventura de oír.
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